Crema de Tomate con Albahaca
Ingredientes
Preparación
- Lavar y cortar los tomates en trozos grandes.
- Pelar y picar finamente la cebolla y los dientes de ajo.
- En una cazuela grande, calentar el aceite de oliva a fuego medio.
- Añadir la cebolla y los ajos picados, y cocinar hasta que estén dorados.
- Agregar los tomates y cocinar por unos minutos hasta que se ablanden.
- Añadir el caldo de verduras y el manojo de albahaca fresca.
- Cocinar a fuego medio durante aproximadamente 20 minutos, o hasta que los tomates estén muy blandos.
- Retirar del fuego y dejar enfriar un poco.
- Usar una licuadora o procesadora de alimentos para triturar la mezcla hasta obtener una crema suave.
- Si se desea, añadir la crema de leche y mezclar bien.
- Volver a calentar la crema de tomate a fuego medio-bajo, sin que llegue a hervir.
- Sazonar con sal y pimienta al gusto.
- Servir caliente y decorar con hojas de albahaca fresca si se desea.
El origen de la deliciosa sopa de tomate
La sopa de tomate es un plato tradicional y delicioso que se consume en muchas partes del mundo. Su origen se remonta a la antigua civilización azteca, donde el tomate era considerado sagrado y se utilizaba en diversos platos. Los aztecas creían que el tomate tenía propiedades curativas y lo utilizaban en sus rituales religiosos.
Con la llegada de los españoles a América, el tomate fue llevado a Europa y se comenzó a utilizar en la cocina mediterránea. Fue en Italia donde se popularizó la sopa de tomate tal como la conocemos hoy en día. Los italianos comenzaron a mezclar tomates frescos con otros ingredientes como cebolla, ajo y hierbas aromáticas para crear una sopa sabrosa y reconfortante.
A lo largo de los siglos, la sopa de tomate se ha adaptado y modificado en diferentes culturas. En Francia, por ejemplo, se le añade crema fresca para darle un toque más suave y cremoso. En Estados Unidos, se suele servir con crujientes trocitos de pan tostado o queso rallado por encima.
Hoy en día, la sopa de tomate se ha convertido en un plato popular y versátil que se puede disfrutar en cualquier época del año. Ya sea caliente en invierno o fría en verano, su sabor dulce y ácido aporta una explosión de frescura a nuestro paladar.